Vía Crucis

Te acompaño en el camino de la Cruz.
No sé si tendré las fuerzas para estar
a la altura del que dijo
que daría todo por mí.

Te acompaño en el camino de la cruz.
Dime que esta angustia acabará por fin.
Dime que el Viacrucis pasará.

No puedo beber tu cáliz de dolor
pero que se haga tu voluntad.

PRIMERA ESTACIÓN
JESÚS CAUTIVO Y CONDENADO A MUERTE

Condenado por aquellos que no ven,
siendo Luz le detestó la oscuridad
y así se lavan las manos,
negros cómplices del mal
y a la muerte le condenan si dudar.

Con las manos aún atadas veo llegar
a un Cautivo que me mira con valor,
un Cautivo condenado
a morir en una cruz.

¿Quién entenderá a un Cautivo como Tú?

SEGUNDA ESTACIÓN
Jesús carga con la cruz

Dos maderos cotidianos para ti,
como fuiste carpintero en Nazaret,
hoy se vuelven equipaje
muy difícil de llevar.

El camino donde llegas al final.
Los insultos no te dejan avanzar,
Solitario sufrirás la multitud.

Mientras cargas sus pecados
aún resuenan sobre ti
los aplausos que se fueron ya de aquí.

Dime que esta angustia acabará por fin.
Dime que el Viacrucis pasará.
No puedo beber tu cáliz de dolor
pero que se haga tu voluntad.

Tercera ESTACIÓN
Jesús cae por primera vez

Caer, caer,
caer contra el suelo una y otra vez.
Sentir, sentir,
sentir que las piedras arañan tu piel.

Perder. Sentir la cruz.
Das paso tras paso,
quieres intentarlo y aguantar
mas llega el cansancio
por tantos pecados…

Ningún hombre puede soportar
todo el peso de la humanidad.
A veces la vida se hace cuesta arriba.
¿Cómo seguir?

Pesan los problemas,
te lastran las penas
que a veces te cansas de intentar
que la cruz tu puedas levantar.

CUARTA ESTACIÓN
Jesús s encuentra con su madre

Cuando era un niño me acunabas en tus brazos.
Con tus canciones tú apagabas mi llorar.
Éramos pobres más tuvimos diversiones
cuando en aquella cocina no dejabas de bailar.
Hasta que un día me marché con mi maleta.
Dios me llamaba a seguir mi vocación.
Y desde lejos preocupada contemplabas
Como por toda Judea proclamaba mi misión.
Y te llegaban mil noticias de milagros,
Y mil prodigios, fama, aplausos e ilusión
Y tanta gente que con saña criticaba;
Mientras yo subía a la gloría tu veías ya la pasión.

Desde lejos a mi lado
Nunca dejaste de estar,
Madre buena que me cuidas
Cuando todos se van ya,
Cuando todos se van ya,
Cuando todos se van ya.

Tú me buscaste cuando andaba yo perdido
Y me pediste servir más vino allí en Caná…
Con mis hermanos que me tacharon de loco
A la puerta de una casa me vinisteis a llevar.
Y hoy tú me miras cuando ya no queda nada:
Sólo tu niño aplastado por la cruz.
Ya no hay canciones, ya no puedes abrazarme
Cuando vivo ese Viacrucis, cuando muero Yo, Jesús.

Desde lejos a mi lado…

Solo una espada nuestras alamas atraviesa,
Nuestras miradas aún se pueden encontrar
Y mi maleta se ha llenado de traiciones,
Son heridas y abandonos que no sé cómo cargar.
Todas las noches de mi vida tú me cuidas
Y tras la sangre aún escucho tu canción
Tú me sostienes y así juntos caminamos,
Hijo y Madre traspasados por el odio y el Amor.

Desde lejos a mi lado…

QUINTA ESTACIÓN
El Cireneo ayuda a Jesús a llevar la cruz

¿Acaso soy el guarda de mi hermano?
Anda, que no tengo cruces
para preocuparme del dolor de nadie.
Nunca
cada cual que cargue sus problemas,
sus miserias sufra cada cual.
Así este mundo, abismo profundo,
luchas…
y no me pidas que lleve la cruz
de los desconocidos.
Así es la suerte de un mundo cruel
que ya se ha repartido.
¿Qué te toco?
Es para ti.

Noticias que me llegan cada día,
tragedias que me cercan sin cesar;
Dios así lo quiso, el así nos hizo: hombres.
Yo ya tengo un campo, carpintero,
Tuyos son los palos que cargar.
¿Por qué me disparas con esa mirada pobre?

Pensaba que solo eras una estampa,
un cristo inofensivo al que rezar
pero me regalas una cruz que cargas siempre.
Esta fe la vida te complica
cuando al roto debes ayudar;
un papel muy feo; el ser cireneo duele.

SEXTA ESTACIÓN
La verónica limpia el rostro de Jesús

Dime que estás ahí,
dime que ahí estás Tú
¿detrás de tanta sangre
quién encuentra tu luz?
Intento recodar quién fuiste Tú.
Intento recordar cómo era Tú.

La sonrisa de un muchacho
de Nazaret
y los ojos más profundos que yo vi.
La belleza del ser joven
Triturada por el odio y la crueldad,
un cordero silencioso
Ante el puño que le ha roto
La mirada que a tanta gente curó.

Despreciado por la gente
que le escupió,
bofetadas fueron fuego aquí en su piel.
Tengo miedo de acercarme
pero quiero tu mirada descubrir.
Quizá ponga mi pañuelo
a limpiar de sangre el cielo
y tus ojos aún me puedan encontrar.

Esta tarde me pregunto
¿Quién eres tú?
Tras mi más cara pregunto quién soy yo.
Tu me limpias las heridas
y me ves de luz y sombras como soy.
Nuestra imagen verdadera,
nuestros ojos hoy se encuentran
y tu Rostro me ha llenado de su Luz.

SÉPTIMA ESTACIÓN
Jesús cae por segunda vez

Caer, caer,
caer contra el suelo una y otra vez.
Sentir, sentir,
sentir que las piedras arañan tu piel.
Perder. Sentir la cruz.
Tus pies son cadenas,
Te hundes en la arena.
¿Cómo seguir?
Llueven los insultos
De perros ocultos
Que van a morder tu corazón.
¿Cómo digerir tanta traición?
¡Qué duro está el suelo
Que abraza en su hielo
a tu mirar!
Besos que no quieres,
Piedras que te hieren
Que a veces te cansas de intentar
que la cruz Tú puedas levantar.

OCTAVA ESTACIÓN
Jesús consuela a las mujeres

¡No lloréis, no lloréis!
¡Mujeres del mundo no lloréis!
¡No lloréis no lloréis,
mujeres del mundo, no lloréis!
Hermanas, madres y abuelas,
fuertes lucháis contra el miedo,
valientes junto al sendero
de los que sufren dolor.
Mujeres novias y abuelas
que miran a los soldados
con los ojos arrasados
en lágrimas y valor.

Cuando se fueron los hombres
mujeres siempre acompañan,
no temen a la montaña
que en Calvario se tornó.
Ellas sostienen el mundo
con una fuerza distinta.
Moradas las nubes pintan,
sobre la cruz su calor.

Muchachas, niñas y esposas
al lado del inocente
que no temen a la gente
por la justicia buscar.
Pronto llegará la aurora
donde seréis las primeras
que la Victoria se encuentran
y podréis resucitar.

(Las mujeres del templo se ponen de pie)

NOVENA ESTACIÓN
Jesús cae por tercera vez

Caer, caer,
caer contra el suelo una y otra vez.
Sentir, sentir,
sentir que las piedras arañan tu piel.
Perder. Sentir la cruz.
Tú que ayer pensabas
que su cruz bastaba
para dar Luz
ellos no te quieren,
con rabia te hieren
aplastado al peso de una cruz,
El regalo de su ingratitud.
Ya lo has intentado,
fue un camino largo
sin compasión.
¿Cómo levantarte
si no queda aire
y en la sangre se hunde tu canción?
Ponte en pie que acaba la función.

Décima ESTACIÓN
Jesús es despojado de sus vestiduras

Te despojan de lo poco que quedó:
una túnica que se rifan entre sí.
Y desnudo y desvalido
como un niño de Belén
sólo sangre es el vestido de tu piel.
Si naciste siendo pobre en el portal
solo el viento y la tormenta cubrirán
cuerpo y roto y vulnerable
que ha llegado a su final,
cuerpo herido tan difícil de mirar.

Dime que esta angustia acabará por fin.
Dime que el Viacrucis pasará.
No puedo beber tu cáliz de dolor
pero que se haga tu voluntad.

UNDÉCIMA ESTACIÓN
Jesús es clavado en la cruz

¡Callad!
¡Mirad
sus manos benditas que partieron pan!
Oíd,
sentid,
los clavos que parten, vino es sangre al fin.
Sus pies
son ya de cruz.
Tú ya no te escapas
si el palo te abraza,
hierro cruel.
Final del camino,
era tu destino
para así a todos atraer.
Por amor el agua bebe hiel.
Es el precio de tan grande amor:
clavado en la cruz está el Señor.

DUODÉCIMA ESTACIÓN
Jesús muere en la cruz

Ya no tengo corazón
Pues a Ti te lo he entregado.
Tu pasión es mi pasión,
tus clavos serán mis clavos.
Siento en mi todo el dolor,
triste, solo y sin descanso.
Siento en ti todo el amor
que reparto con mis manos.
Ya no tengo corazón
pues a Ti te lo he entregado.
No hay tormenta en mi interior
si tú estás aquí en mi barco.
No hay dolor si aquí estás tú,
el vinagre se ha endulzado.
Si tu cruz hoy es mi cruz,
Si tu viento es hoy mi canto.
Tu cruz será mi cruz.
Jesús, serás mi dueño.
Tu amor será mi luz.
Tu voz, mi cielo.

DÉCIMOTERCERA ESTACIÓN
Jesús bajado de la cruz

Cuando eras niño
te acunaba entre mis brazos.
Con mis canciones
apagaba tu llorar.
Y en esta tarde
yo de nuevo te recibo
y te arrullo con mis lágrimas
Que no consigo apagar.
¿Dónde está el ángel
que me dijo que no tema
y que entre todas
soy más bendita la mujer
mientras yo abro
manos tristes hacia el cielo
para el cuerpo de mi hijo
muerto lo pueda acoger?

Y así cerca aquí a mi lado
nunca dejarás de estar.
Hijo mío, ¿Qué te han hecho
siendo bueno como el pan?
Te partiste como el pan.
Y al pan roto hay que besar.
Y así cerca aquí a mi lado,
nunca dejarás de estar.
En la herida de mi pecho
ahora te puedo acunar.
Duerme niño, duerme hijo,
todo se ha acabado ya,
todo se ha acabado ya.
Más tu madre no se acaba
y su amor te esperará.

DÉCIMOCUARTA ESTACIÓN
El cuerpo de Jesús es depositado en una tumba nueva

Un entierro a toda velocidad,
una tumba que se traga sin saber
los sueños de un carpintero,
el fulgor de nazaret,
son tres años que ya no parecen tres.
Como el trigo en la tierra se metió
y el silencio remplazó su predicar.
Cada cual volvió a su vida,
a su pena cada cual
y una piedra pone el punto y final.

Dime que esta angustia acabará por fin,
dime que el viacrucis ya pasó.
Ya apuré hasta al fin tu cáliz de dolor
aunque no entendí tu voluntad.

El Viacrucis he podido acompañar
y la historia se repite sin cesar:
hoy cautivo y condenado
mi cruz vuelvo yo a cargar
esperando que Jesús me ayudará:
compañeros de viacrucis
que esperan
RESUCITAR.

Toño Casado

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