¿Quién soy yo para que me pasen cosas tan buenas o cosas tan malas? La vida siempre nos sorprende con sus vendavales de suerte o de desgracia, y nos sentimos como los postes de los muelles que no pueden escapar al continuo abofeteo de las olas que milagrosamente a veces se torna en caricias y susurros de espuma blanca.
Ya nos las veíamos felices y disolutos con las fiestas y las congas navideñas y de nuevo viene la Omicron de los C. y nos tira por la borda cualquier plan. La Bolsa, misterio arcano para mí y otros muchos mortales, encoge la tripa; el precio de la luz que va por la estratosfera y el de los productos navideños es como los fuegos artificiales. Los políticos que nos cansan con sus juegos de ajedrez, el volcán que parece que da una tregua, la pobre Verónica Forqué, una actriz maravillosa llena de luz, que terminó sus días arrastrada por la oscuridad de la depresión y los ladridos de los perros de la redes sociales…
La gente estos días se aferra a comprar la lotería de Navidad a ver si nos quitamos la pena y los agujeros del bolsillo a golpe de millones. Volverán los niños a cantar ese soniquete de números matutinos que desempolva la nostalgia y enciende la esperanza de a ver si nos toca este año. A mí no me toca nunca, sobre todo porque no compro, jeje.
Y vuelvo a la pregunta del inicio ¿Quién eres tú? ¿Cómo te valoras a ti mismo? ¿Los Reyes Magos te traerán carbón o un caballo mágico de madera?
Es tontería verse uno demasiado pobre como para ser amado. Me encanta pensar que yo soy un viejo portal de Belén, desvencijado y con olor a vaca, con socavones y heridas, y un tejado por el que se pueden ver las estrellas de este invierno frio. Pero tú, que también eres portal de Belén, eres el lugar elegido por Dios para nacer. Todo el Amor del mundo está naciendo en tu interior, como un regalo sublime e inmerecido, pero tuyo. Eres maravillosamente único y eres infinitamente querido. Pero lo solemos olvidar.
Observo pasmado cómo hay mucha gente mala y despiadada. Desde las redes aprovechan a cortar pescuezos, como jueces del mundo y de la historia. Tertulianos sin freno, predicadores engreídos. Pobres infelices. Todos estamos en la misma mierda, aceptémoslo, todos somos humanos pecadores, por decirlo más fino. Jesús no aguantaba a los hipócritas que dándoselas de santos eran como los sepulcros blanqueados… Hay personas en la Iglesia, que sufren verdaderos baches en su vida, porque somos humanos, antes que llevar mitras o ponernos tirillas… Me causa tristeza como apalean al Obispo de la Seo, o al de París… como los patíbulos de la Edad Media. «No juzguéis y no seréis juzgados». Pues hay algunos que no se cansan.
Las batallas que se dan en cada corazón son un misterio para los otros. Seamos clementes y compasivos con las dificultades y las caídas ajenas. Pienso mucho en Verónica, y en tantas personas que son arrastradas por su enfermedad o sus problemas mientas gente sin piedad les apedrea. Silencio ante lo que no entiende. Respeto por todos. Prudencia en el hablar.
Llega Nochebuena. Te deseo de corazón lo mejor. Y lo mejor es sentirte como el portal de Belén, pobre, pero lleno de Amor. Que crezca en nosotros la compasión, la generosidad.
¿Quién eres tú?
Avisillos.
La Vecina de Jesús, el mejor remedio para sobrellevar la Pandemia de caras largas que a veces no asola.
En Youtube te regalo mi Villancico de este año: La luz de Belén.